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El curioso origen de la palabra ‘puta’

Virgilio Lopez Duarte 22 febrero, 2022

El lenguaje es una herramienta absolutamente imprescindible para poder comunicarnos. De hecho, existen diferentes tipos de lenguaje, todos ellos con la misma función: transmitir ideas y opiniones. La música es un lenguaje, porque se puede aprender y desarrollar, estudiándolo. La pintura también posee su propio lenguaje a través de las formas y colores. Y por supuesto, la lengua hablada es, junto con la escrita, la más habitual de las formas de comunicación hoy en día. De hecho, es sorprendente ver cómo cualquier niño pequeño comienza a hablar y a desarrollar un vocabulario cada vez más amplio, que a su vez amplía su visión del mundo. El lenguaje sigue siendo una herramienta y como tal se puede utilizar para bien y para mal. Podemos manipular a través del lenguaje, para conseguir ciertos objetivos, como cambiar la realidad que nos rodea. Y es que si algo no se nombre, si algo no se puede decir, directamente pasa a no existir.

Es por eso que hoy en día se cuida mucho el lenguaje, dentro de lo que se conoce como corrección política. Estamos viviendo una era en la que las distintas sensibilidades han florecido y han obtenido importancia gracias a Internet y las redes sociales. A través de ellas demandan un uso mucho más correcto y menos lesivo del lenguaje. Esto va desde el lenguaje inclusivo a la no utilización de términos que se consideran peyorativos. Pero claro, esto tiene un pequeño problema, y es que lo que es peyorativo para unos lo es tanto para otros. Durante décadas, las propias familias con personas discapacitadas admitieron e incluso impulsaron el término “subnormal” para describir a estas personas. Ahora, eso nos suena falta, y lo hemos cambiado por disminuidos, que también está llegando a un punto indeseable. El último término utilizado, discapacitado, también se está poniendo en duda, porque sigue teniendo una nota discriminatoria de raíz. Hay quienes abogan por ser más pragmáticos con el lenguaje y desechan cambiar tantas palabras, sobre todo cuando son simples descripciones. Otros, sin embargo, entienden que el lenguaje es imprescindible para cambiar el mundo. Las palabras que utilizamos son importantes, incluso cuando hablamos de insultos.

Un apelativo habitual

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La palabra puta es seguramente una de las más utilizadas en nuestro vocabulario. Al menos en España, la mayoría de nosotros la usamos todos los días, y no necesariamente como un insulto. De hecho, se ha convertido en una expresión que a veces está desprovista de toda connotación, más allá del enfado o el tono con el que la digamos. Por ejemplo, la expresión “ostia puta” es habitual cuando nos enfadamos. Pero en los últimos años, los jóvenes han empezado a utilizar puta y puto como un adjetivo casi aumentador de lo que viene detrás. “Eres lo puto peor” dota a la frase de un carácter más agresivo, para enfatizar lo que queremos transmitir. El vocablo, sin embargo, sigue apelando a aquellas mujeres que trabajan entregándose por dinero.

Pudo surgir como un eufemismo

La palabra puta cuenta con numerosas definiciones dentro del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. La primera de ellas, sin embargo, alude a su significado más conocido. Una puta es una mujer que se dedica a ofrecer servicios sexuales a cambio de dinero. La palabra es de origen latín, concretamente en el vocablo putta, que significaba mujer, a secas. Era una de las formas de llamar a las chicas que ya tenían edad suficiente para casarse y tener relaciones sexuales. Lo que muy poca gente sabe es que precisamente, la palabra puta nació como un eufemismo, ante la necesidad de encontrar una expresión que desterrara la clásica “mujeres públicas”. En la Antigüedad, aquella expresión había cogido ya cierto tono peyorativo, y era necesario cambiarlo.

Como si de un nuevo vocablo políticamente correcto se trata, los latinos crearon puta como una solución, un eufemismo para llamar a estas mujeres. Lo más sorprendente es que la palabra quedó perfectamente enraizada en idiomas como el castellano o el italiano. Tanto es así que ahora se utiliza para mucho más que para su uso original. De hecho, el insulto en referencia a la descendencia de las putas sigue siendo uno de los favoritos por los españoles. Es obvio, pues, que la palabra ya ha dejado de ser un eufemismo para convertirse, precisamente, en aquello a lo que venía a sustituir. De hecho, ahora tenemos otros muchos eufemismos para evitar decir puta, al menos en el contexto sexual original, porque la palabra ya nos parece “fea”.

Multitud de sinónimos

Durante décadas, los lingüistas han desarrollado numerosas teorías en torno al uso y desuso de las palabras. Porque empezamos a utilizar unas y porque dejamos olvidadas otras, aunque sigan siendo necesarias. No hablamos de arcaísmos, o de cómo no debe haber ninguna palabra para sustituir algo que ya no existe, sino cosas que todavía vemos en el día a día. La Teoría del Dominó explica como aquellas palabras que empiezan siendo eufemismos suelen estar abocadas al fracaso, porque tomarán la connotación negativa de la palabra que sustituyen. De hecho, con el vocablo puta ha ocurrido exactamente eso. Surgió como una forma elegante de llamar a las trabajadoras sexuales, pero ahora no se tiene esa visión.

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Por ello han surgido numerosos sinónimos, algunos más correctos y otros menos, que siempre están al alcance de las lenguas más comedidas a la hora de hablar de estas mujeres. Si nos referimos al significado original de puta, el principal eufemismo o sinónimo que encontramos será prostituta. De hecho, normalmente esta palabra suena mejor que la anterior, y por ahora ha conseguido sustituirla en el lenguaje más formal. También tenemos otros sinónimos como meretrices, ramera o cortesana. Cuando se dice que alguien es puta por tener un gran apetito sexual o estar con muchos hombres, también sirven sinónimos como casquivana, buscona, pelandusca o zorra. Este último vocablo es bastante habitual como insulto, incluso entre mujeres.

Expresiones peyorativas

No es de extrañar que, por culpa del sesgo moral que ha marginado a la prostitución en casi todo el mundo, las expresiones que incluyen la palabra puta sean hoy en día peyorativas. Tenemos el clásico insulto “hijo de puta”, una de las formas más comunes para enfrentarnos a alguien. También la propia forma de llamar puta a cualquier chica como insulto, sin necesidad de que se dedique a los servicios sexuales. Sin embargo, el castellano es un lenguaje curioso, y esa misma palabra, puesta en otra expresión, puede ser precisamente lo contrario. Estar de puta madre es una expresión habitual para explicar lo bien que nos sentimos, y en este sentido, la connotación es positiva, de hecho. El lenguaje sigue evolucionando, y habrá que ver hasta donde nos lleva, pero palabras tan enraizadas como puta seguramente jamás desaparezcan del todo.